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El contexto en la arquitectura: Gehry y Moneo

Writer: Gabriel E Ibarra RodriguezGabriel E Ibarra Rodriguez

Updated: Apr 30, 2023



Atacar la “arquitectura contemporánea” desde cualquier ángulo es un ejercicio sumamente difícil. Cada vez más nos percatamos que la disciplina está dentro de un proceso de evolución y cambio: es difícil decir si existe un estilo predominante o uno que simbolice nuestra época, como lo fue quizás el estilo internacional; difícil ubicar aquellas grandes escuelas que influyen sobre la disciplina, como lo hizo la Bauhaus en Alemania y luego sus profesores expatriados en los Estados Unidos; dificil nombrar un solo autor para una obra arquitectónica dada, al menos que continuemos borrando nombres de colaboradores y coautores para continuar idolatrando arquitectos estrellas. Existen tantas disparidades entre tantas diversas obras de tantos arquitectos que se hace un poco imposible escoger dos de ellas y compararlas. De cierta manera todas estas preocupaciones son una continuación de un tema de reflexión anterior encontrado en el ensayo sobre la contemporaneidad, específicamente el trabajo de Lydia Kallipoliti trata este tópico de la contemporaneidad en la disciplina de la arquitectura.



Aun así, tomando en cuenta cuán difícil es definir los específicos de la arquitectura contemporánea o comparar distintas obras contemporáneas, el tópico de este ensayo será una comparación entre dos obras de una tipología compartida de autoría de dos arquitectos contemporáneos, el Museo Guggenheim Bilbao de Frank Gehry y el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida de Rafael Moneo. A propósito he elegido un museo como la obra seleccionada para los dos arquitectos para así resaltar todas las disparidades que surgen aun cuando se trata de edificios que sirven un fin más o menos parecido. Las posturas de diseño de ambos arquitectos se realizan bajo la consideración de condiciones muy distintas, sobre todo debido al contexto. Sin embargo, al reconocer y priorizar el contexto respectivo de sus obras, ambos arquitectos logran crear una arquitectura que responde perfectamente a las condiciones provistas dentro de cada proyecto.



El Museo Guggenheim Bilbao es, sin duda alguna, la obra más conocida y famosa del arquitecto canadiense Frank Gehry. El gobierno Vasco le propuso a la Fundación Solomon R‭. ‬Guggenheim que realizará el proyecto en la ruinosa zona portuaria de Bilbao, de manera que la razón del diseño fue sobre todo atraer la atención del mundo. No es un escenario único para un proyecto de museo, y aún menos por ser de la Fundación Guggenheim, ya que anteriormente habían contratado a Frank Lloyd Wright para diseñar el Museo Guggenheim de Nueva York. Y para este museo en Bilbao, Frank Gehry era precisamente el arquitecto necesario. La magnífica expresividad de sus enormes formas escultóricas evoca la figura de un barco y es así memoria al pasado portuario de la ciudad. La brillante piel escamosa de titanio que envuelve la figura y su superficie ondulada capta la luz para crear diversos grados de brillantez y tonalidades variadas. La elección de piedra caliza y vidrio para las demás superficies no parece del nada fuera de lugar y le hacen buen complemento a los volúmenes masivos de titanio. Al fin y al cabo, la obra de Gehry fue un éxito total: provocaron que Bilbao se convirtiera en un destino tanto para amantes del arte como amantes de la arquitectura. Pero más allá del boom económico que significó esta obra para Bilbao, una de las mayores críticas a este proyecto es que el objeto escultórico, que en sí mismo es la arquitectura, atrae más la atención que las obras contenidas dentro de sus espacios de exhibición, así perjudicando el propósito primordial del museo: un espacio para el arte. Estos comentarios son sumamente válidos pero, lo más sorprendente, es que no son del todo imprevisibles, conociendo que el museo de Wright sufrió una crítica similar.



Es imposible negar el contraste que surge cuando nos toca mirar el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida luego de haber discutido el museo de Gehry. No obstante, lo más importante es reconocer que el contexto es la clave y la razón detrás del diseño de ambos proyectos. Aquí Rafael Moneo trata dos cuestiones en términos de contexto: construir sobre y alrededor de ruinas romanas y diseñar un museo que no solo preserva y exhibe este legado romano, sino también exalta su historia. En su interior, sobresalen los tonos rojos y dorados de la mampostería hecha con ladrillos largos y delgados, los cuales crean una serie de arcos inmensos en la nave central del edificio. Sin embargo, sobre estos arcos masivos se coloca una cubierta ligera y transparente, la cual permite la entrada de luz natural al espacio y de cierta forma sugiere que esta construcción está incompleta o en ruinas. La elección del material y los métodos de construcción no son del todo una imitación o reconstrucción literal de la arquitectura romana, sino que se trata el tema desde las fronteras de la historicidad y la modernidad. El tema se presenta nuevamente con la ubicación de los soportes en la cripta del museo, cuyas columnas marcan y realzan la disparidad entre la excavación de la ciudad antigua en el nivel inferior y el museo moderno que se construye por encima de aquellas ruinas. Por otra parte hay momentos en donde el contexto histórico se impone sobre el edificio moderno, como la presencia de una calzada romana que rompe con la ortogonalidad del esquema moderno. La contextualización que podemos apreciar a través de toda la obra es reflejo de un diseño que se pensó y realizó con gran sensibilidad y respeto hacia el contexto histórico en donde interviene.

De estas maneras, ambas obras logran ser exitosas y totalmente apropiadas para la propuesta de diseño que se le presentó al arquitecto. El éxito del Museo de Guggenheim de Frank Gehry y sus repercusiones en la economía de Bilbao son innegables, por lo cual su gran escultura arquitectónica es efectivamente la nueva imagen de la ciudad de Bilbao. Por otra parte, Rafael Moneo se enfrenta a un contexto distinto en donde su solución de diseño últimamente refleja el legado histórico romano dentro de la arquitectura, pero con una sensibilidad ante el espacio moderno que no eclipsa la memoria de aquella historia que se presenta y preserva dentro del museo. Aun siendo contemporáneos y tan dispares en sus obras personales, en estos dos proyectos presentan soluciones similares, ambas sumamente creativas y sobre todo aptas para el contexto en donde se ubican.



Referencias:

Sketches of Frank Gehry by Sydney Pollack


 
 
 

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